El decreto 219 de 2004 estableció que la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) tiene como objeto la capacitación, formación y desarrollo, desde el contexto de la investigación, docencia y extensión universitaria, de los valores, capacidades y conocimientos de la administración y gestión de lo público que propendan a la transformación del Estado y el ciudadano.
No es cualquier cosa semejante competencia.
Es decir, en principio, la ESAP es la garante de que la función administrativa a la cual se refiere el artículo 209 de la Constitución Política, se desarrolle con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad, que en general la función pública se cumpla bien, con personal idóneo.
Pero el panorama de la ESAP no es promisorio, y así lo observo a partir de mi doble condición de docente y egresado, si continúa por el camino de las contraprestaciones politiqueras; porque no hay duda de que la entidad creada para capacitar al contingente de personas necesarias para llevar a cabo la función pública viene siendo capturada por los congresistas voraces que solo miran sus intereses politiqueros, y no les importa acabar con cualquier entidad pública hasta dejarla en vía de extinción, porque son unos parásitos chupasangre que acaban con todo lo que se les atraviese.
¡Los congresistas tienen una relación de promiscuidad con la ESAP!
Sin embargo, a pesar de las circunstancias, todavía puede ser oportuno para reflexionar acerca de la misión institucional de la ESAP, y de la necesidad de su rediseño, para que responda a las demandas del aparato gubernamental en general, de la sociedad, y de la administración pública, tanto a nivel de las entidades nacionales como de las entidades territoriales; pero sobre todo para que responda a las necesidades sociales como consecuencia del posconflicto.
Alguien en la dirigencia de la ESAP sabe lo mínimo respecto al rol de la escuela en el posconflicto? Quizás no tienen ni idea. Solo saben de politiquería para responder de manera sumisa a los congresistas que los hayan promovido.
En la escuela se necesita de un renovar su misión para que asuma de manera efectiva, y con resultados inmediatos, el desarrollo del talento humano además del fortalecimiento y desarrollo institucional en todos los órdenes y niveles del Estado, a partir de políticas, planes, programas y proyectos de formación y cualificación de la alta dirigencia gubernamental y la gerencia pública, conforme se lo han ordenado las leyes 489 y 617; la ley 909 sobre carrera administrativa y la ley 1551 en lo relacionado con la asistencia técnica a los municipios.
Dónde quedó la capacidad de la ESAP para desarrollar el acompañamiento a las entidades y organismos de la administración estatal en los asuntos relacionados con la transformación organizacional, mejoramiento continuo, seguimiento y evaluación de políticas públicas, y la innovación tecnológica de la estructura del Estado?
Todo se perdió porque se encerraron en el Centro Administrativo Nacional, y desde ahí pretenden materializar los criterios de descentralización que en otros tiempos promovieron con tanto esfuerzo y dedicación. A los directivos de la escuela se les olvidó que existen los territorios.
La ESAP brilla por su ausencia en producir de manera permanente y sistemática procesos de investigación que estudie, explique y le marque la pauta al país en materia de administración pública, que oriente las políticas públicas y la planeación de todos los niveles de gobierno y sectores de la administración pública.
El fortalecimiento institucional de todas las entidades públicas, en especial en el nivel territorial, se constituye en una premisa fundamental para su desarrollo; pero la ESAP, frente a esta necesidad, ha sido una invitada de piedra que se limita a editar unos manualitos elaborados por pasantes o profesionales recién egresados que no tienen el mayor conocimiento que exige tan importante reto, como lo han destacado la OCDE y los organismos multilaterales como el Banco Mundial, la Agencia Internacional de Desarrollo, entre otras.
Debe haber una ley que obligue a toda persona que aspire a ocupar un cargo público de cualquier nivel o naturaleza para que antes de tomar posesión del cargo para el cual haya sido nombrado o elegido cumpla un número mínimo de horas de capacitación en la ESAP. Es inadmisible que alguna persona vinculada de cualquier forma a las entidades públicas ni siquiera comprenda la estructura del Estado. Eso no se puede aceptar!
Puede haber algún congresista que ni siquiera tenga conocimiento ni comprenda la estructura del Estado? Y si así lo fuera entonces con qué criterio legislan?
Y ni qué decir del conocimiento de los diputados, concejales y ediles en el mismo sentido: porque ante tal desconocimiento entonces algunos juran que son legisladores.
La ESAP tiene que ser rediseñada. Y debe empezar alejándola de la repartija burocrática a donde la lleva la politiquería. Se necesita integrar su personal directivo con personas de suficiente capacidad para dirigir esa entidad y que la conduzcan de nuevo a su origen, es decir, la formación, investigación, capacitación, acompañamiento institucional, y el alto gobierno.
Es necesario que la escuela sea dotada de manera urgente de un diseño vigoroso en su direccionamiento estratégico, relaciones interinstitucionales y alianzas estratégicas, en sus procesos, estructura administrativa, y capacidad operativa para ejecutar las políticas.
Que el gobierno nacional reflexione al respecto. Porque nada se podrá lograr con la actual forma de vincular a los directivos nacionales y regionales salidos de las clientelas politiqueras.
No es difícil comprender que una institución académica requiere estar por fuera de la milimetría burocrática y de la politiquería. La condición tiene que ser el mérito y la formación filosófica, científica y técnica.
@LcolmenaresR
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