
Como miembro del Pueblo Wayuu y médica de profesión, quiero alzar mi voz con profunda preocupación por la crítica situación del Hospital de Nazareth, un lugar que no solo representa un Centro de atención médica para nosotros los habitantes de la Alta Guajira, sino también un símbolo de vida, esfuerzo y esperanza para quienes nacimos y crecimos como personas y profesionales en la Alta Guajira. Es un espacio que guarda la historia de nuestras familias, nuestras luchas y nuestros sueños.
Este Hospital ha sido cuna de muchas historias. Muchos de nosotros nacimos en sus salas, dimos nuestros primeros pasos en sus corredores, y fue allí donde comenzaron los caminos de quienes hoy somos profesionales; gracias al trabajo silencioso y dedicado de muchos padres y madres de familia en esta institución, que entregaron su vida laboral al servicio de este territorio. Para otros, fue el lugar donde dimos los primeros pasos en nuestra vocación, donde aprendimos a servir con humanización, a cuidar y a amar aún más nuestro territorio y cultura.
En lo personal, el Hospital de Nazareth fue el lugar donde comprendí y aprendí a respetar la medicina tradicional de mi pueblo wayuu. Fue el Dr. Luis Ramiro Uribe quien construyó, gerenció y le entregó su vida y familia al Hospital por 40 años de trabajo incansable y con una gran responsabilidad social, fue Él, quien, con sabiduría y humildad, me enseñó a valorar ese saber ancestral; y esa enseñanza se reafirmó años después, cuando lo viví con mi hijo menor, Jorge Mario. Allí no solo se curaban enfermedades: también se tejían la confianza y el respeto entre la medicina occidental y nuestra cultura.
Hoy, con tristeza e indignación, vemos cómo este Centro de Salud enfrenta una profunda crisis: falta de insumos, medicamentos, ambulancias, personal médico insuficiente, y condiciones que atentan contra la vida y la dignidad de nuestras comunidades en la Alta Guajira, verlo hoy sumido en el abandono, con carencias de insumos, personal, y condiciones mínimas para su funcionamiento, no solo duele: indigna. Es un llamado urgente a la conciencia y a la acción.
Ante este escenario, hago un llamado respetuoso y urgente a las Autoridades tradicionales, líderes y lideresas wayuu de la Alta Guajira – Wüimpümüin, para que propiciemos un espacio de reflexión, unidad y acción colectiva. Es momento de unir nuestras voces y exigir al Gobierno Nacional una explicación clara y compromisos reales frente a esta crisis que nos afecta como pueblo.
Si en este momento, no es posible garantizar atención y resultados adecuados en los servicios habilitados de baja complejidad (APS) y urgencias, no quiero imaginar el panorama cuando el Hospital tenga que asumir servicios complementarios o de mayor complejidad. La nueva infraestructura, sin una transformación real en la gestión y el modelo de atención, corre el riesgo de convertirse en un elefante blanco más: “una obra moderna sin capacidad operativa ni sostenibilidad”.
No podemos permitir que el Hospital de Nazareth siga muriendo en silencio. Levantemos la palabra con dignidad y fuerza, por nuestras comunidades, por nuestros niños, niñas, mujeres y ancianos, por los que estuvieron, los que están y los que vendrán.
El Hospital de Nazareth no puede seguir siendo símbolo del abandono estatal. Defender su funcionamiento es defender la vida, la cultura y la dignidad del pueblo wayuu. La Alta Guajira no puede seguir siendo olvidada, la salud del pueblo wayuu merece pertinencia, respeto, inversión y verdad.
También hago un llamado respetuoso y urgente a las Autoridades locales @alcaldiauribia @uribia_guajira @secsaluduribia departamentales @gobernaciondelaguajira @secretariasaludlaguajira y nacionales @minsaludcol @MinSaludCol @supersalud @SuperSalud, que no le den la espalda a esta región. El Hospital de Nazareth necesita atención inmediata y estructural. No es solo una infraestructura en crisis: es el corazón de un pueblo que resiste y sueña con una vida digna.
¡No más indiferencia! ¡No más silencio! El Hospital no puede seguir en el olvido; la salud en la Alta Guajira es un derecho que exige atención inmediata y soluciones reales.
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