La semana pasada se conocieron los resultados de una encuesta que medía la imagen del gobernador de La Guajira. El resultado era «positivo», según los medios de comunicación. Y me hice una pregunta: ¿Qué problema resuelve la imagen del gobernador? ¿Acaso la buena percepción de su fotografía resuelve el hambre de los guajiros? ¿Una encuesta pagada tapa los huecos de las carreteras?
No soy ingenuo. Los gobiernos, en todos los niveles, tienen oficinas de comunicaciones. Existe la propaganda y la necesidad de «vender» la gestión. Pero hay mucha diferencia entre comunicar acertadamente lo que se logra y construir una realidad paralela donde lo que importa es la foto, la presencia mediática, mientras afuera, en las calles de La Guajira, sigue lloviendo sobre mojado.
Una cosa es lo que publican los medios de comunicación, los boletines de prensa con sus imágenes perfectamente filtradas, sus eventos convenientemente cronometrados, y otra cosa completamente distinta es lo que realmente se está viviendo en los municipios y gobernación de La Guajira. Una cosa es el Instagram del gobernador con su selfi en eventos programados, y otra cosa es la realidad del departamento donde los problemas fundamentales siguen intactos, siguen ignorados.
Me pregunto ¿Qué pasó con el contrato de la carretera La Florida-Cuestecita que la Gobernación adicionó al comienzo del período? Sigue en el limbo, entre promesas incumplidas y explicaciones vagas. ¿Es que los guajiros se tienen que conformar con un comunicado de prensa cuando lo que se necesita es una carretera que funcione, que sea segura, y le permita a las comunidades estar conectadas? Las vías del departamento siguen siendo un desastre.
Pero es mucho más fácil hacer un desfile, organizar un festival, convocar una fiesta que la propaganda puede capturar y difundir, que enfrentarse a la complejidad de mantener una infraestructura vial que le sirva a la gente. Es más fotogénico cortar una cinta en la inauguración de algo que nunca va a funcionar adecuadamente, que sentarse a trabajar de verdad en los proyectos de largo plazo.
¿Y el agua? ¿Realmente han priorizado ese tema o solo han hecho anuncios en épocas de campañas electorales? El hambre también sigue siendo una realidad para las familias guajiras. El desempleo no disminuye con una foto del gobernador o un alcalde en un evento sobre generación de empleo. Esos son los problemas que no se resuelven con encuestas pagadas para medir la «favorabilidad» de un funcionario.
Este período de gobierno ha transcurrido entre fiestas, festivales, viajes, inauguraciones de pintura fresca, desfiles y primeras páginas de periódicos. Salvo escasísimas excepciones, los alcaldes y el gobernador de La Guajira han optado por la ruta más fácil: hacer ruido, hacer presencia mediática y generar contenido para redes sociales. Pero de eso que verdaderamente importa: solucionar los problemas de la gente para transformar vidas, no hay nada.
Y ahora vienen las elecciones para el Congreso. Ya empieza el espectáculo. Candidatos foráneos que ni siquiera conocen La Guajira, más allá de una breve visita de campaña, que aparecen cada cuatro años buscando votos, sin la menor idea de cuáles son los problemas de la gente, sin el menor compromiso con la realidad, que llegan para «sacar» sus veinte mil votos y desaparecen.
Y los candidatos propios, los que prometen que van a ser diferentes, que van a trabajar por La Guajira desde el Congreso. Sí, los que una vez resultan elegidos se desaparecen del mapa. Solo vuelven cuando se acerca el siguiente proceso electoral o cuando se les ocurre algo tan urgente como tramitar un proyecto de ley que declara el chirrinchi como patrimonio nacional. Así, mientras la gente se muere de hambre, ellos juegan con símbolos y tradiciones para construir un legado político que suene bonito.
¿Es que La Guajira no merece gobiernos que realmente trabajen? ¿Hay que aceptar resignadamente la distancia entre lo que se dice y lo que realmente se hace? ¿Hemos llegado al punto en que una buena campaña publicitaria, una buena imagen, encuestas positivas pagadas, son suficientes para considerar un buen gobierno? Es insoportable la distancia entre la propaganda oficial y la realidad de La Guajira.Y como dijo el filósofo de La Junta: «Se las dejo ahí…” @LColmenaresR
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