La reforma constitucional del Acto Legislativo 4 de 2019 buscó blindar la elección de contralores territoriales, siguiendo los principios de transparencia, publicidad, objetividad, participación ciudadana y equidad de género, a través de exámenes de conocimiento que deben llevan a cabo las universidades acreditadas, esperando que una academia imparcial garantice procesos limpios. Era el remedio contra la politiquería: quitarle a las asambleas y concejos la libertad absoluta de escoger a dedo, pero lamentablemente, ese remedio se ha convertido en un nuevo foco de corrupción. ¡Las universidades están negociando con el concurso de contralores!
Lejos de asegurar imparcialidad, la intervención de algunas universidades ha resultado contraproducente. En teoría, las instituciones de educación superior debían actuar como árbitros íntegros; en la práctica, algunas han sido señaladas de prestarse para torcer los resultados a conveniencia de los politiqueros. Lo que debía ser un concurso limpio se transformó en un mercado negro de puntajes y privilegios académicos falsos, resultando elegidos muchas veces los mejor conectados o los que más dinero pongan bajo la mesa.
Las denuncias llueven a lo largo y ancho del país por la manipulación de las ternas: aspirantes que no cumplen requisitos mínimos o con inhabilidades legales ignoradas, conflictos de interés descarados, alteración de las hojas de vida después del cierre de las inscripciones, etcétera. Está ocurriendo todo lo que se suponía que evitaría la reforma.
Hay casos tan graves que desafían la imaginación. Se habla, por ejemplo, de pruebas vendidas por sumas cercanas a $300 millones para garantizar que obtengan los puntajes más altos. Se dice que en Bogotá un candidato a la presidencia ya definió el nombre del nuevo contralor. Este nivel de perversión raya en lo surreal. O lo que denunció un congresista con la elección del contralor departamental del Valle del Cauca, cuyo concurso fue manipulado para favorecer a candidatos afines a la administración de turno: «El concurso está amañado, ya se sabe quiénes integrarán la terna sin siquiera presentar la prueba de conocimiento». Así de podrido está el asunto. Y solo es el botón de muestra de un problema sistémico.
En varios municipios y departamentos, hay fuerzas políticas que han encontrado la manera de secuestrar los concursos de contralores. Antes, negociaban los votos en los concejos o asambleas; ahora negocian los resultados de las pruebas de conocimiento filtrando los exámenes o calificaciones infladas, y con plata contante y sonante. El supuesto concurso de méritos se volvió la pantalla perfecta para revestir de legalidad lo que en el fondo es otro reparto clientelista por donde corre mucho dinero.Cada nueva trampa se recibe con cinismo resignado, como si fuera parte del paisaje. ¿En qué momento se normalizó el hecho de que el vigilante de los recursos públicos pueda comprar su cargo? Si toleramos esto, aceptamos implícitamente que el ratón siga cuidando el queso, que el corrupto vigile a la corrupción. Es un círculo perverso que tenemos la obligación de romper.
No podemos quedarnos callados. Por eso, como veedor ciudadano inscrito en la Cámara de Comercio de Bogotá, hago un llamado urgente y público a la Procuraduría General de la Nación para que pase de las palabras a los hechos refrendando la información. Es imperativo suspender procesos viciados, sancionar ejemplarmente a los responsables, incluyendo directivos universitarios que se han prestado al juego sucio y, de ser necesario, anular hojas de vida alteradas, exámenes, ternas y elecciones donde se compruebe fraude. Cada día de silencio oficial es un día en que la corrupción gana terreno.
A los ciudadanos nos corresponde alzar la voz para no permitir que nos arrebaten la esperanza de instituciones íntegras. Hay que exigir transparencia real en los concursos, apoyar a los denunciantes que sacan a la luz estas podredumbres, y pedir ajustes legales si hace falta reencauzar el sistema.
Los contralores existen para proteger el patrimonio público, no para engrosar las filas de los corruptos. Si la propia selección de estos funcionarios está corrompida, todo el edificio institucional se tambalea.Ya es hora de despertar de la anestesia de la indiferencia para no darnos el lujo de aceptar que la trampa siga reinando donde debería imperar la integridad. Y como dijo el filósofo de La Junta: «Se las dejo ahí…” @LColmenaresR
Se necesita hacer seguimiento a estos procesos para que garantizen la transparencia.
Excelente aporte, lastima que se queda en el limbo politico clientelista del pais
ESTE PAIS CAMBIA Y LO SOSTENGO MATANDO CORRUPTOS DE TODO NIVEL UN TIRO EN LA NUCA Y ENTIERRELO Y HACERLO PUBLICO. NO MAS LEYES CODIGOS, ESTAMOS MAMADOS DE ESTE SISTEMA,
ES TE PAIS ES TOLERANTE CON LA CORRUPCION Y UN SISTEMA CORRUPTO.
Dr Colmenares, que bueno que haya abordado este tema. El asunto es mas grave de lo que se imagina. Desafortunadamente el remedio que trajo la reforma del acto legislativo 4 de 2019, resultó peor que la enfermedad. Los datos que ya se manejan de fuentes de total crédito indican que la mayoría de los contralores territoriales llegan endeudados, comprometidos y están practicamente «secuestrados», lo cual les impide realizar acciones para combatir la corrupción. Tristemente en las condiciones que asumen sus cargos, los Contralores, en lugar de vigilar y controlar, pasaron a ser agentes de la corrupción. Ahora, ya no hay auditorías transparentes, no resultan hallazagos fiscales, disciplinarios y penales, solo irrelevantes observaciones, simples recomendaciones o superficiales hallazgos administrativos para justificar la ejecución de los planes de acción. En estas condiciones, no tiene sentido la existencia de las contralorías territoriales. No podemos quedarnos simplemente como espectadores de esta desgracia y triste realidad para nuestro País, actuemos y hagamos causa común para modificar las normas vigentes sobre el procedimiento de elección de los contralores, es una lucha que vale la pena, para combatir el problema mas relevante que tiene Colombia La corrupción en todos los niveles de la administración pública. Espero que su columna de opinion y sus denuncias tengan la atención y la trascendencia que merecen en la Procuraduría, la Fiscalía, la Secretaría de Transparencia de la Presidencia y especialmente en la Contraloría General de la República, institución que fué promotora del cambio que se dió en el acto legislativo 04 de 2019. Ya es hora de remediar este error histórico del Contralor General que promovió y gestionó esta reforma.